El formidable instrumento que es la Orquesta
Simón Bolívar de Venezuela se presentó de nuevo en Madrid después de dos años,
en el transcurso de una gira europea que le ha llevado primeramente a Barcelona
(Palau de la Música) y que proseguirá en las ciudades de Hamburgo (Elbphilharmonie
Hamburg, el espectacular auditorio recién inaugurado) y Viena (Musikverein). En
esta ocasión coloca en atriles las nueve sinfonías de Beethoven, ciclo asimismo
afrontado con carácter previo en el auditorio de Caracas. En el caso madrileño que
comentamos, su intervención se ciñó exclusivamente a la Novena Sinfonía, esa
obra cumbre de la humanidad cuya puesta en cartel constituye siempre un
acontecimiento de sustanciosa expectativa.
Casi cinco años han pasado ya desde que
servidor debutara en la escucha directa de tan admirable grupo, tal como
relaté entonces en la elogiosa crónica que al respecto aquí publicase.
Ponderaba en aquella reseña cómo ese espíritu juvenil entusiasta se sumaba a
unas capacitaciones técnicas excelentes y a un sentido de la musicalidad y
conjunción realmente extraordinarios, resultado del conocido “Sistema”, que tantos frutos sigue dando.
Pues bien, van pasando los años y por fortuna muchos de los miembros de la
orquesta siguen siendo reconocibles, empezando por su mediático director
estrella Gustavo Dudamel, que al margen de su consagración mundial no se olvida
ni de sus raíces ni de cuanto a su vez le debe a esta que será siempre su orquesta.
Tenía por mi parte ciertas precauciones frente
a la interpretación de la Novena, ese
glorioso monumento de la historia de la creación humana, temiendo un enfoque
acaso algo superficial (especialmente en el movimiento lento) que de algún modo
atenuase el mensaje beethoveniano. Pues bien, a tal respecto el planteamiento
de Dudamel se decantó más por el arrebato que por la sutileza, más por la
intensidad y contundencia que por el énfasis en pausas y contrastes. Por otra
parte, no hay que perder de vista, en este sentido, la aún notable juventud de
esta formación, reflejada en su consabido entusiasmo, frescura y vigor
expresivo que tanto nos cautivan.
Entrando un poco más en materia, el Allegro ma non troppo con que da
comienzo la obra fue expuesto con cierto apresuramiento, en la línea general
que comentamos, si bien con la perfección técnica, rotundidad y belleza sonora
acostumbradas. El Scherzo fue a mi
juicio lo más destacado del concierto, de una intensidad y poderío deslumbrantes,
con una reseñable presencia de las trompas y una contundencia en el timbal
marca de la casa. En cuanto al Adagio,
que es donde más se cifraba mi prevención, creo que fue defendido correctamente
y con un muy hermoso diálogo del viento-madera, si bien faltó algo de
respiración y sutileza melódica. Por último, el célebre final tuvo aspectos
notables y otros que no lo fueron tanto: la exposición del tema del Himno a la Alegría en los violonchelos
pudo desarrollarse con mayor graduación dinámica, y la entrada inicial del
barítono me pareció un poco precipitada, así como su ajuste vocal con las
maderas, donde quedó algo tapado por éstas. Estupenda fue, por contra, la
prestación coral a cargo del Orfeó Català y el Cor de Cambra del Palau de la
Música Catalana, pese a conformar un número algo corto de efectivos, así como
la electrizante y aguerrida réplica de la orquesta al primer solo del tenor,
momento a partir del cual la energía interpretativa del conjunto fue
ascendiendo con sostenido empuje hasta el exultante y conmovedor desenlace de
esta partitura inigualable. Y es que uno nunca es el mismo (o no debería serlo)
tras haber escuchado la Novena por venturosa mediación de una orquesta
excepcional.
Orquesta Sinfónica Simón Bolívar de Venezuela
Orfeó Català. Cor de Cambra del Palau de la Música Catalana
Auditorio Nacional, Madrid, 16 de marzo de 2017
Como ilustración acompaño un extracto del concierto conmemorativo a
la caída del muro de Berlín, celebrado en la Schauspielhaus Berlin el 25 de
Diciembre de 1989:
Leonard
Bernstein dirigió en tan señalada fecha a miembros de las Symphonieorchestes
des Bayerischen Rundfunks, Staatskapelle Dresden, Orquesta de París, Orquesta
Filarmónica de New York, London Symphony Orchestra y la Orquesta del Teatro
Kirov de Leningrado.
Beethoven: Sinfonía No.9, mov. nº 2: Scherzo:
Molto vivace - Presto:
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