Los archifamosos Conciertos de Brandenburgo no son
solamente una de las obras capitales en la trayectoria compositiva bachiana,
sino una espléndida introducción al conocimiento de la multiplicidad
instrumental barroca. La variedad de soluciones adoptadas en ellos por el Cantor de Santo Tomás, tanto a nivel estilístico
como estructural, conforman un paradigma de su maestría en el manejo de los
diversos instrumentos y su imbricación en el tejido orgánico. Por citar
someramente los ejemplos más llamativos, en las plantillas contempladas para
cada uno de los seis conciertos aparecen con carácter solista instrumentos
tales como el violín (en todos a excepción de los nos. 3 y 6), trompas (nº 1),
oboes (nos. 1 y 2), flauta travesera (nº 5), flautas de pico (nos. 2 y 4),
clavecín (nº 5) o trompeta (nº 2). En cuanto a la forma, Bach adopta la propia
del concierto italiano, con los típicos tres movimientos (excepto el nº 1, que
tiene cuatro) de tempo contrastante y
alternancia entre solista y tutti, si
bien en los admirables conciertos nos. 3 y 6 este esquema es relegado en favor de
un soberbio alarde de conjunción contrapuntística a cargo de los instrumentos
de cuerda (violines, violas, chelos, violas de gamba y contrabajo).
Asimismo,
cuando la interpretación queda en manos de uno de los grupos historicistas con
mayor prestigio desde décadas, como es la Orquesta Barroca de Amsterdam —a las órdenes de su
creador, el también clavecinista y organista Ton Koopman— contamos con todos
los ingredientes para recibir estas obras en las mejores condiciones. Y así fue
en líneas generales, pese a ciertos desequilibrios ocasionados por el empaste
de las trompas en el primero de los conciertos y una poco afortunada
intervención de la trompeta en el segundo, aunque en su descargo se deba
recordar la notable dificultad técnica de los instrumentos de la familia
viento-metal en su formato originario, sin los pistones reguladores de los
instrumentos modernos. En todo caso, la línea interpretativa mantuvo el
atractivo y pujanza de semejantes partituras, ensalzado en todo momento por las
exigencias del director. En mi opinión, pese a que éste mantuvo su tradicional
enfoque incisivo con el que no siempre estoy de acuerdo por cierta tendencia al
apresuramiento, creo que en nuestro concierto acertó de pleno en la transmisión
de unas obras rezumantes de brillantez, vigor, frescura y jovialidad, sin tampoco
descuidar los aspectos más elegantes o camerísticos. A ello contribuyeron obviamente
unas intervenciones solistas de gran categoría, como la de los diversos violinistas
que desempeñaron tal papel (a destacar Catherine Manson), la del veterano
flautista Wilbert Hazelzet o la del propio Koopman en las endiabladas
fulguraciones del clavecín en el quinto de los conciertos, todo ello sostenido
por una destacadísima orquesta de cuerda que, como antes señalábamos, se lució a
placer en los conciertos nos. 3 y 6. Finalmente, tras la conclusión del
concierto nº 4, que en el orden programado fue el último en interpretarse, los
insistentes aplausos de una sala prácticamente completa se vieron recompensados
con el célebre aria de la Suite Orquestal nº 3 y la repetición del
último movimiento del primer concierto, los cuales dejaron al vespertino público
considerablemente satisfecho.
AMSTERDAM BAROQUE ORCHESTRA
TON KOOPMAN, clave y dirección
Johann Sebastian Bach: Los 6 Conciertos de Brandenburgo
UNIVERSO
BARROCO | AUDITORIO NACIONAL DE MÚSICA |
SALA
SINFÓNICA | DOMINGO 09/10/16 18:00h
© Álvaro César Lara, 2016 - Todos los
derechos reservados
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