Bajo la denominación “de cámara”, la presente selección se
refiere, por una parte, a las sonatas para uno o dos instrumentos solistas acompañados
de bajo continuo; y por otra, a las mucho menos habituales obras para pequeños
y variados conjuntos de instrumentos (cuyo número oscila entre 3 y 4)
acompañados asimismo de un bajo continuo.
Entre
las sonatas es de destacar una trascendente evolución desde el seminal modelo
corelliano del opus 1 a la subsiguiente brillantez innovadora del opus 2,
pasando por su opus 5 y demás sonatas no llevadas a la imprenta. En ellas,
Vivaldi irá desplegando toda esa inequívoca panoplia de recursos con los que
justificadamente haría fortuna en los conciertos.
En cuanto
al segundo grupo de obras, conocidas como “Conciertos de cámara” (de los que
nos han llegado 21) conforman un impagable muestrario de concisión poética,
frescura melódica, exuberancia tímbrica y refinadísima sensualidad. Cabe reseñar
aquí el probable aprecio que por ellos tuviera el propio compositor, puesto que
el material de algunos fue reutilizado en
creaciones posteriores. Por mi parte no puedo sino destacar con vehemencia el portentoso
atractivo de estas singulares composiciones [1].
De las
aproximadamente 129 obras camerísticas inventariadas en el catálogo Ryom, presento una selección de 56, de
las cuales las 22 sombreadas en color naranja han merecido la calificación de
excepcional (E). No obstante, como viene siendo norma en esta serie de
antologías, insisto en que, al margen de tales partituras, a buen seguro podrá encontrarse
en otras algún movimiento aislado merecedor igualmente de la máxima calificación.
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[1]
Sin que
de ningún modo sea el propósito de esta antología, por excepción me permito
recomendar las extraordinarias grabaciones que el grupo Il giardino armonico dejase de estas breves obras.
© Álvaro César Lara, 2016 - Todos los
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