Para Karol Marín, que un día me hizo
escuchar a Brad Mehldau
Que más de 2200
expectadores abarroten la sala grande del Auditorio Nacional para escuchar un
concierto de jazz no es un dato menor. Uno piensa que una formación jazzística de
tres miembros requiere de más exiguo e íntimo espacio, pero si lo que ocurre es
que la sala se llena, pues bienvenida sea la idea del Centro Nacional de
Difusión Musical (CNDM). Obviamente tal no sucedería de no tratarse de un
pianista de la talla de Brad Mehldau (Jacksonville, EEUU, 1970) actuando junto
a Jeff Ballard a la batería y Larry Grenadier al contrabajo: es decir, el
formidable trío que tantos años lleva en el circuito con muy justificado éxito.
La pasada noche pude
comprobar en vivo que Mehldau es un pianista sólido y elegante donde los haya, de
pulsación limpia y timbrada, con un sonido pleno y rico en matices. Se ha
comentado mucho esa forma de tocar suya que prepondera la independencia de
ambas manos, como demostró en uno de los temas, donde mantuvo el mismo patrón rítmico
en la izquierda durante toda la pieza, de no poca duración precisamente. Su
pericia constructiva en el desarrollo de composiciones a partir de temas pop y
de otros estilos, así como en la apropiación de temas legendarios del género (o
standards) le confiere un refinado
sesgo de clasicismo del que comenzó a hacer gala desde los albores de su carrera. A tal respecto ofreció su pieza
derivada de la canción de The Beatles And
I love her, tan exquisitamente escanciada como era de esperar. Aprovechó a
su vez para presentar varios temas de nueva creación, sobre los cuales comentó
que aún no tenían título. En ellos era posible detectar diversas citas de
clásicos del jazz, las cuales no pude identificar debido a mis carencias sobre
este tipo de música. En cuanto a mis preferencias, a mí me maravilló el interpretado
a continuación del de los Beatles, donde las notas iniciales fueron objeto de
varación a través de un refinadísmo fraseo, circunstancia que arrancó espontáneos aplausos y una
espléndida ovación final. Fue generoso asimismo, pero sin abusar, de los solos
de bajo y batería, en los que Ballard exhibió su magistral, imaginativo y
variadísimo dominio de recursos, y Grenadier su genuino saber estar y clase.
Las casi dos horas de concierto se cerraron con dos propinas: según mi información se trató de los standards West Coast Blues, de Wes Montgomery y It’s allright with me, de Cole Porter. Y una curiosidad final: en uno de los momentos en que Mehldau se dirigió al público, en un claro inglés se refirió a “estos tiempos de gran incertidumbre en el lugar de donde venimos…” Más explícito no pudo ser.
Las casi dos horas de concierto se cerraron con dos propinas: según mi información se trató de los standards West Coast Blues, de Wes Montgomery y It’s allright with me, de Cole Porter. Y una curiosidad final: en uno de los momentos en que Mehldau se dirigió al público, en un claro inglés se refirió a “estos tiempos de gran incertidumbre en el lugar de donde venimos…” Más explícito no pudo ser.
BRAD
MEHLDAU TRIO
Larry Grenadier contrabajo
Jeff Ballard batería
Auditorio Nacional de Música –Sala
Sinfónica– Madrid
Domingo 19/02/17 20:00h
© Álvaro César Lara, 2017 - Todos los derechos
reservados
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