Espacio destinado a la divulgación de mi obra poética. También muestra algunas de mis preferencias literarias, musicales, cinematográficas o artísticas en general.



jueves, 13 de abril de 2017

LA PASIÓN SEGÚN SAN MATEO DE BACH, POR HERREWEGHE

 La propicia casualidad ha querido que en el transcurso de apenas un mes haya podido toparme con dos de las mayores creaciones musicales de todos los tiempos: a la Novena Sinfonía de Beethoven —con la Orquesta Simón Bolívar de Venezuela— se ha sumado ahora una de las indiscutibles cimas de la música religiosa universal, la Pasión según San Mateo de Bach. Y digo universal porque, independientemente de las creencias religiosas de cada uno, la ascendencia dramática de semejante monumento, su maestría compositiva, alcanzan tales cotas de intensidad y patetismo que acaban conmoviendo al espectador por uno u otro camino. A ello contribuyeron, en nuestro caso, dos elementos de muy distinta naturaleza: por un lado el montaje de una pantalla de sobretitulado en la que pudo seguirse el texto en edición bilingüe, y por otro la excelsa interpretación de la obra con que nos obsequió el especialista belga Philippe Herreweghe al frente de su Collegium Vocale de Gante, señero conjunto especializado en este repertorio que desde hace cuarenta años lleva de su mano deleitándonos. En este último sentido, no bastaba, obviamente, con la rigurosa capacitación técnico-musical y el profundísimo conocimiento de la partitura por parte de maestro e intérpretes, sino que debía estar presente ese punto de inspirada concentración que pusiera en marcha los esquivos resortes de la emotividad y el asombro. Cuesta pensar que esto ocurra en el contexto de una exigente gira que está llevando a la agrupación de un lado para otro en las últimas semanas, pero lo cierto es que, por lo que a mí respecta, las más altas expectativas fueron rebasadas con creces, y sin temor a equivocarme afirmo que esta entrega de la Matthäus Passion es una de las más redondas y conmovedoras que jamás haya podido escuchar.

Philippe Herreweghe


 Uno de los aspectos que apoyan la rotundidad de mi aserto es la subjetiva rapidez con que transcurrieron las casi tres horas de representación del oratorio, cosa que en absoluto me ha sucedido en otras ejecuciones de esta misma obra. Y otro, claro está, es el imprescindible —aun no suficiente— bagaje técnico, la honda comprensión y amor por semejante música que tantos años llevan acreditando estos cantantes, instrumentistas y director. Bastó el maravilloso doble coro del comienzo para apreciar la suprema calidad del conjunto vocal: dispuesto en la forma bipartita prevista en la partitura, con un grupo femenino en el centro, exhibió una redondez, expresividad, dicción y afinación ejemplares, manifestada asimismo en las intervenciones solistas de alguno de sus miembros a lo largo de la velada —como las de la soprano Dorothee Mields o la del contratenor Damien Guillon, que pese a cierta dificultad aislada cantó con un estilo irreprochable—. Como único punto discreto en la dirección me pareció el tempo elegido para el coral final, que a mi juicio debió ser algo más reposado, dada la solemnidad conclusiva del momento. En cuanto a los instrumentistas, emplazados asimismo en forma de doble orquesta enfrentada a due cori, con el nutrido bajo continuo en la parte central, tuvieron un día especialmente inspirado. Memorables fueron los episodios solistas de oboes y flautas, y las dos secciones de violín mostraron un empaste, calidez de fraseo y afinación sobrecogedoras, destacando la absolutamente extraordinaria labor de la concertino Christine Busch, tanto como líder del conjunto como en su papel de solista en la bellísima aria Erbarme dich, mein Gott (Apiádate de mí, Señor, nº 39). Y sobresaliente, por resaltar algún momento culminante del concierto, fue el clímax alcanzado en la patética aria Können Tränen meiner Wangen Nichts erlangen (Si las lágrimas de mis mejillas son impotentes, nº 52).
 Todo ello, amén de un excelente, sutil y equilibrado grupo de bajo continuo, y la muy expresiva prestación del tenor Maximilian Schmitt como Evangelista —de una voz potente y clara— y del barítono Florian Boesch como Jesús, contribuyó a dotar al relato evangélico de la verosimilitud expresiva necesaria para transmitir, lejos de cualquier grandilocuencia, el mensaje espiritual —y en esencia, humano— fervientemente perseguido por Bach y su libretista Picander.


Coro final: Wir setzen uns mit Tränen nieder (Llorando nos arrodillamos)


Aria Können Tränen meiner Wangen nichts erlangen (Si las lágrimas de mis mejillas son impotentes)

Johann Sebastian Bach
Johann Sebastian Bach
Matthäus-Passion, BWV 244 (1727)
COLLEGIUM VOCALE GENT
PHILIPPE HERREWEGHE, director

Madrid, Auditorio Nacional de Música, 9-4-2017

04/17 
,TMADRID, AUDITORIO NACIONAL DE MÚSICAORIO NACIONAL DE MÚSICA  | DOMINGO 09/04/17 
© Álvaro César Lara, 2017 - Todos los derechos reservados.

No hay comentarios:

Publicar un comentario