El día que me pareció que tus ojos
no eran del color que había
pensado
me pregunté qué alegría
sería aquella
cuya ausencia me había
arruinado la vida.
El día que amanecí en la manzana
de una calle sin coches ni
aceras,
sin mujeres ni sombras
blancas,
llegué a sospechar que tu
pelo
convertiría mis dedos en
hojaldre.
El día que me fijé en tu ropa
y encontré nuevas prendas
para un cuerpo que no era el
mismo,
presentí que no descansaría
hasta haber convivido con
tus labios.
El día que dudé si tu voz me nombraba
o si era yo el que decía
insensateces
al calor de una hoguera,
como para poder darme cuenta
de que me había enamorado de
ti.
FOTO: Beatrice Castoriano |
© Álvaro
César Lara, 2013 - Todos los derechos reservados
Me ha encantado. Cómo de repente, un día, empiezas a ver de manera distinta cosas que ya creías conocer desde hace tiempo...
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