He aquí un poema de hará unos 15 años:
Proseguimos en
la vida
porque nos
deja decir
que aún queda
mucho más trecho
del que nos
imaginamos.
FOTO: Beatrice Castoriano |
De aquí que se
haga necesario
el sueño –no
el soñar,
sino el dormir–,
el recobrar las
fuerzas
diariamente
para seguir
corrompiéndonos
más y más,
poco a poco;
y es que, a
menudo, la señal
que convoca a
la reposición
de un cuerpo
débil
es la
irrupción de un recuerdo,
rememoración
perenne
de un sentir
que se retrasa,
sonata quasi
una fantasía,
exposición,
desarrollo,
recapitulación.
Si esto es
así, nadie puede hablar,
propiamente,
de que esté siendo
traicionado.
A lo sumo,
podrá decir
que siempre que
juega
con lágrimas,
sombras, ruinas,
después tiene
sed, mucha mucha sed.
Que entonces,
mientras bebe,
contempla cómo
frente
a esas ruinas,
lágrimas, sombras,
los ojos se le
escapan
de las manos.
Que, apenas ha
terminado
de aliviarse, cae
en la cuenta
de que en
breve, casi ya,
ha de volver a
jugar –pues si no
otro jugará
por él–, y que por eso olvida
que más sed
habrá de padecer
cuantas menos
sean las jugadas
que le queden.
(De “Retenida
presencia”)
© Álvaro César Lara, 2013 - Todos los derechos reservados
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